CLASICO DE ITALIA
INFORMACIÓN
Si se pone un coche de atractivas líneas en manos de un mago de la mecánica, el resultado es una equilibrada mezcla entre el brío y la elegancia. Esta fué la receta seguida para crear el Autobianchi A112 Abarth.
El origen de la marca AUTOBIANCHI se remonta a mediados del siglo XX, cuando la unión en 1955 de la Sociedad Automobili e Velocipedi Edoardo Bianchi & Co., con los dos gigantes italianos FIAT y PIRELLI, creó la nueva firma AUTOBIANCHI con sede en Milán.
Tres años después, a causa de algunas dificultades económicas, las acciones de AUTOBIANCHI fueron adquiridas por PIRELLI y FIAT.
El primer coche de la marca, fué el "Bianchina", un pequeño dos plazas contemporáneo del Fiat 500, del que copió muchas características técnicas.
Le siguió el "Prímula", un modelo en el que Fiat experimentó soluciones técnicas como la tracción delantera.
La compra de Autobianchi permitió a la firma de Turín probar nuevas ideas mecánicas sin arriesgar su nombre.
Finalmente, en 1967, AUTOBIANCHI pasa a manos de FIAT.
En 1969, FIAT anunció el lanzamiento del AUTOBIANCHI A112, un coche que en algunos aspectos era una revisión del proyecto que originó el Fiat 127.
Dotado de dos puertas y portón trasero, sus líneas eran compactas y elegantes y ofrecía una excelente relación habitabilidad/tamaño.
Tras renovar el diseño de la parte posterior, ganó algunos centímetros suplementarios y fué anunciado como un "cinco plazas" a pesar de que no disponía de más espacio.
Gracias a su motor instalado en posición central delantera, de 903 cm3 y 47 cv a 6.000 rpm, el coche era bastante rápido y manejable, ofreciendo un nivel aceptable de comodidad. El 112 tuvo una buena acogida comercial y pronto disfrutó de numerosas versiones.
EL TOQUE DEL ESCORPION.
La transformación más significativa, fué sin duda, la realizada por la sociedad ABARTH, presentando tres versiones: una de 58 cv y otra de 70 cv.
En 1975, se presentó una versión más elaborada en la que el motor creció a 1.049 cc y la potencia a 71 cv, su velocidad punta superaba los 160 km/h.
Estas mejoras mecánicas llegaron acompañadas de algunas mejoras estéticas, tales como pilotos traseros rectangulars de mayor superficie, incorporación de faros de marcha atrás, rejillas de aireación de mayor tamaño...
Para diferenciar el modelo, la carrocería incorporó las siglas "ABARTH". En el interior, todos los instrumentos pasaron a ocupar la posición central del salpicdero y el volante recibió un guarnecido de cuero y dos brazos, que le añadieron un aspecto elegante y deportivo.
La tercera versión apareció a inicios de los años 90. Provisto del motor habitual, y con caja de cambios de 5 velocidades, y disponía de nuevos interiores.

martes, 26 de abril de 2011
martes, 12 de abril de 2011
Valvulas de descarga.
TRUCOS PARA UN BUEN SONIDO
Unidas al turbo del motor, sirven para desalojar la presión sobrante cuando el coche decelera o cambia de marcha. En el momento en que se suelta el acelerador se interrumpe la entrada de aire en el motor. El turbo deja de frenar bruscamente, ya que está comprimiendo aire que no encuentra salida.
Al pisar de nuevo el acelerador el turbo tiene que alcanzar de nuevo las altísimas revoluciones a las que gira, lo que lleva un breve lapso de tiempo en el que el coche parece no responder adecuadamente, como si estuviera cansado. Es el conocido como “turbo-lag”.
Las válvulas de descarga sirven para evitar estos dos efectos. Al soltar el acelerador, se genera un vacío en el circuito del turbo. La válvula, conectada al circuito, se abre, succionada por este vacío. El aire presurizado sale al exterior generando ese característico silbido de los motores turbo alimentados.
Al equilibrarse rápidamente las presiones del aire situado en el circuito antes y después del turbo, este gira libremente, sin perder revoluciones. Al pisar de nuevo el acelerador la válvula de descarga se cierra y el turbo alcanza su presión de forma casi inmediata.
Las válvulas también protegen al turbo, al intercooler y a los propios conductos del aire. La enorme diferencia de presiones que se generaría entre la parte anterior y posterior al turbo podría dañar todo el sistema.
Normalmente, los vehículos de serie vienen equipados con una válvula muy pequeña para evitar ruidos. Si se sustituye por una más grande, el silbido será más fuerte, pero el turbo responderá casi instantáneamente y el coche andará con mayor agilidad.
Los aficionados al tuning tienen en el mercado una gran variedad de modelos de válvulas para el turbo. El precio varía entre 150 y 350 euros, estas últimas dotadas con un sistema de control electrónico.

Pueden ser de uno o dos pistones y llevar o no un reloj, analógico o digital, que mide la presión del turbo. El segundo pistón tiene la función de mantener el ralentí a un régimen de giro constante. Existe un diseño de pistón, llamado Bailey que evita el silbido. Quien prefiera escucharlo en toda su intensidad, tiene válvulas con trompetillas efecto Ventura.
La presión a la que comienzan a actuar puede regularse. El rango mínimo suele situarse entre 0,5 y 1,2 bares y el máximo entre 0.8 y 3 bares.
El turbo se popularizó en los primeros años 80 como una forma de conseguir potencia extra en los motores. Casi todas las marcas y modelos tenían una versión turbo. La pega era el gran consumo de gasolina, ya que al meter más aire en el motor, también había que servir combustible extra.
En los 90, la tecnología permitió incrementar la potencia por otros medios: (inyección , cuatro válvulas por cilindro, gestión electrónica del motor..) y el turbo casi desapareció del mercado. A finales de la década se popularizó de nuevo entre los motores diesel, los conoidos Turbodiesel. A diferencia del motor de gasolina, en el diesel no hay que añadir más combustible por el hecho de meter más aire al motor.
Así el turbo ha permitido ganar muchos caballos al motor diesel mientras que otros avances han permitido optimizar el consumo y lograr el milagro de automóviles con 100 caballos que consumen apenas 4 litros cada 100 km.
Al pisar de nuevo el acelerador el turbo tiene que alcanzar de nuevo las altísimas revoluciones a las que gira, lo que lleva un breve lapso de tiempo en el que el coche parece no responder adecuadamente, como si estuviera cansado. Es el conocido como “turbo-lag”.
Las válvulas de descarga sirven para evitar estos dos efectos. Al soltar el acelerador, se genera un vacío en el circuito del turbo. La válvula, conectada al circuito, se abre, succionada por este vacío. El aire presurizado sale al exterior generando ese característico silbido de los motores turbo alimentados.
Al equilibrarse rápidamente las presiones del aire situado en el circuito antes y después del turbo, este gira libremente, sin perder revoluciones. Al pisar de nuevo el acelerador la válvula de descarga se cierra y el turbo alcanza su presión de forma casi inmediata.
Las válvulas también protegen al turbo, al intercooler y a los propios conductos del aire. La enorme diferencia de presiones que se generaría entre la parte anterior y posterior al turbo podría dañar todo el sistema.
Normalmente, los vehículos de serie vienen equipados con una válvula muy pequeña para evitar ruidos. Si se sustituye por una más grande, el silbido será más fuerte, pero el turbo responderá casi instantáneamente y el coche andará con mayor agilidad.
Los aficionados al tuning tienen en el mercado una gran variedad de modelos de válvulas para el turbo. El precio varía entre 150 y 350 euros, estas últimas dotadas con un sistema de control electrónico.
Pueden ser de uno o dos pistones y llevar o no un reloj, analógico o digital, que mide la presión del turbo. El segundo pistón tiene la función de mantener el ralentí a un régimen de giro constante. Existe un diseño de pistón, llamado Bailey que evita el silbido. Quien prefiera escucharlo en toda su intensidad, tiene válvulas con trompetillas efecto Ventura.
La presión a la que comienzan a actuar puede regularse. El rango mínimo suele situarse entre 0,5 y 1,2 bares y el máximo entre 0.8 y 3 bares.
El turbo se popularizó en los primeros años 80 como una forma de conseguir potencia extra en los motores. Casi todas las marcas y modelos tenían una versión turbo. La pega era el gran consumo de gasolina, ya que al meter más aire en el motor, también había que servir combustible extra.
En los 90, la tecnología permitió incrementar la potencia por otros medios: (inyección , cuatro válvulas por cilindro, gestión electrónica del motor..) y el turbo casi desapareció del mercado. A finales de la década se popularizó de nuevo entre los motores diesel, los conoidos Turbodiesel. A diferencia del motor de gasolina, en el diesel no hay que añadir más combustible por el hecho de meter más aire al motor.
Así el turbo ha permitido ganar muchos caballos al motor diesel mientras que otros avances han permitido optimizar el consumo y lograr el milagro de automóviles con 100 caballos que consumen apenas 4 litros cada 100 km.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)